Los productos ecológicos ahora son un boom. El sello de
orgánico vende muy bien y nos hace pagar un plus pensando que ese alimento
tendrá más sabor, será más sano, tendrá más nutrientes y además es más
respetuoso con la naturaleza. Pero nuestros bolsillos no nos permiten comprar
todo orgánico, porque entonces la cesta de la compra se dispararía de precio.
No es cuestión de volverse loca buscando y rebuscando el sello de ecológico,
pero sí que es cierto que hay determinado tipo de alimentos que es
especialmente importante que sean orgánicos o ecológicos.
Se trata de alimentos con una piel muy fina, que hace que
absorban más fácilmente los pesticidas. En organic.org recomiendan ahorrarte dinero comprando productos como las cebollas, los
plátanos o el maíz no ecológicos gracias a que las capas exteriores los
protegen de la contaminación de los productos químicos.
En tu cesta de la compra, puedes incluir la carne, el
pescado, la leche o los huevos ecológicos si quieres asegurarte de que los
animales no hayan sido criados con hormonas o con antibióticos. En los huevos,
el precio extra a pagar apenas se nota y desde luego merece la pena en el
sabor. Toma huevos ecológicos o huevos de gallinas camperas y notarás la
diferencia.
Respecto al pescado, recomiendan comer salmón salvaje en
lugar del criado en piscifactoría, pero eso no siempre está a nuestro alcance.
Los pescados grandes tienen más concentración de mercurio que los peces pequeños,
y por suerte, en este país tenemos la posibilidad de comprar excelente pescado
azul no de piscifactoría: el atún, las sardinas, las anchoas, el bonito, el
verdel (o jurel), los chicharros, etc. Cualquiera de ellos tiene casi tanto omega-3 como el
salmón, el nutriente que hace que el salmón esté en todas las dietas de moda.
En cuanto a las frutas y verduras, la prioridad a la hora de
comprar ecológico la tienen las fresas, las cerezas, los melocotones, las
manzanas, las peras, las uvas, las frambuesas, los pimientos, las zanahorias,
las espinacas, la lechuga, la patata, el apio o el café.
Yo miro mucho el precio de lo que compro, pero sí que es
cierto que en ciertas cosas prefiero comprar poco y de calidad que malgastar el
dinero en cosas que son caras de por sí, como los días que llamas a Telepizza,
los platos preparados, los caprichitos que alimentan poco pero engordan mucho
(patatas fritas, chocolatinas y galletas, por ejemplo). Alimentándote con
comida de temporada, de productores locales, con productos como las legumbres, el
arroz integral o todo tipo de verduras, no tienes por qué hacer que comer sano
sea caro.
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